Diego Soliveres nació el 24 de septiembre de 1980 en Sta. Cruz de Tenerife. Al poco tiempo de nacer, sus padres advirtieron que no reaccionaba con normalidad a los estímulos visuales y tras acudir a varios médicos, le diagnosticaron Amaurosis Congénita de Leber, una enfermedad rara de la retina.
A los 6 años de edad, se trasladó con su familia a Alicante, para poder recibir educación en uno de los colegios de la O.N.C.E., y poder así aprender el Braille desde pequeño, sus actividades de la vida diaria, etc. El motivo de elegir Alicante fue porque su familia paterna vivía en Alcoi y, ya que la familia tenía que dejar Canarias, se trasladó a un lugar donde pudiera tener algo de apoyo.
Estudió la E.G.B. entre 1986 y 1994, pasando luego al bachillerato, ya a un instituto “común”, en el que estudió letras puras, ya que luego estudiaría Derecho en la Universidad de Alicante, carrera que no terminó.
Durante los años en la universidad, surgió lo que, hasta la fecha, ha sido la gran pasión de Diego y a lo que más años se ha dedicado: la música, y más concretamente, la batería. Eso, y su progresivo desinterés por el Derecho, ya que no estaba muy de acuerdo con el concepto de justicia, hizo que la balanza se fuese decantando por la música y fue la forma en la que trató de ganarse la vida, creando muchos proyectos, grabando algunos discos y como guinda al pastel, montando una banda Tributo a Queen, con la que tocó por toda España, grabaron conciertos y videoclips e incluso, fueron al banda invitada en la V Convención Anual de Fans de Queen España, en Madrid, consiguiendo meter la cabeza en algo oficial relativo a la banda de Freddie Mercury.
La vida de Diego cambio cuando, en 2016, la banda se disolvió por problemas entre sus miembros y Diego optó por solicitar a la O.N.C.E. la venta del cupón, ya que, como afiliado, tenía derecho a solicitarla y aunque esa nunca fue una opción para él para ganarse la vida, acabó resignándose porque, a fin de cuentas, hay que ganarse la vida. Paralelamente, como válvula de escape, se metió en el equipo de fútbol de la O.N.C.E. en Alicante y allí fue cuando cambió su vida. Conoció a Aitor y Roberto, sus actuales socios en Timpers, que eran entrenadores de dicho equipo. Éstos, habían montado una marca de zapatillas, totalmente normal, de las que hay miles en el mercado y tras llevar unos pares a un entrenamiento a ver si les vendían alguna a los jugadores, vieron la forma tan característica de los ciegos de “ver” las cosas y fue cuando decidieron dar un firo a su empresa y hacer zapatillas para todo el mundo, pero con características que las hicieran accesibles y atractivas para todos. Además, como Diego les ayudó mucho, decidieron ofrecerle formar parte del equipo, y ahí fue cuando Timpers se convirtió en lo que es hoy, una marca de zapatillas de la mejor calidad y diseño, en la que el 100% de la plantilla tiene discapacidad.
En 2019 se trasladó a vivir a Valencia con sus socios, ya que Timpers fue seleccionada por Lanzadera (la aceleradora de empresas de Juan Roig) para su programa de aceleración y desde entonces la empresa no ha parado de crecer. Actualmente, Diego dirige las áreas de comunicación y RRHH y se siente en Valencia como un Valenciano más, afirmando que, si por algún casual la empresa no siguiera funcionando, él ya se queda en Valencia.
Además, su ivda personal también ha cambiado mucho desde los últimos dos años, ya que, por motivos de trabajo, conoció a la mujer que actualmente es su pareja y con la que acaba de tener un niño a principios de 2024, algo que él no hubiera imaginado cuando se trasladó a vivir a Valencia.
Él se define como alguien muy echado para adelante, al que le gustan los retos, algo temerario, ya que hay pocas cosas a las que dice que no, y vive con el lema de que “entre probar y no probar, probar siempre”, lema que le ha llevado a donde está ahora.